1- Pensar que a lo largo de los siglos siempre ha habido sectas no debe hacernos olvidar que las sectas contemporáneas presentan muchos elementos nuevos:
Utilización de Estados con legislación permisiva a modo de refugio,
Enormes medios financieros,
Sofisticados medios de manipulación, temática contemporánea.
2- No hace distinciones entre los grupos de captación, cuando en realidad, la temática, los objetivos y los peligros difieren mucho de un grupo a otro.
3- Creer que les reconoceremos por sus excentricidades, por su aspecto extravagante, cuando en realidad las sectas más peligrosas son a menudo las que se presentan con un aspecto racional e integrador.
4- Pensar que es el contenido lo que define a una secta, cuando en realidad son los métodos de captación, la intolerancia, la influencia sobre sus adeptos y los objetivos no declarados lo que las definen.
5- Creer que estos grupos juegan limpio, cuando en realidad utilizan la formación, la terapia, la ecología, la ayuda humanitaria, la religión. como tapaderas para venderse mejor.
6- Creer que los adeptos son gente simple o desequilibrada, cuando en realidad muchos de los que son manipulados mentalmente son personas perfectamente equilibradas, pero a menudo más vulnerables debido a circunstancias de la vida (pérdida de un ser querido, crisis moral, fracaso sentimental, problemas laborales, enfermedades graves o convalecencia prolongada…). Hay que subrayar que entre la clase acomodada y cultivada, este problema afecta más a menudo a los científicos y los técnicos que a las gentes de letras y a los filósofos, dado que por su formación están más acostumbrados a “relativizar” las diversas doctrinas.
7- Pensar que los adeptos carecen de ética, cuando en realidad la ética es una de las motivaciones para la adhesión, aunque esté orientada y subordinada al sometimiento al grupo.
8- Subestimar el poder de las sectas, cuando en realidad pueden llegar a infiltrase en cualquier medio, en cualquier país, en cualquier círculo de poder y en cualquier órgano de decisión.
9- Creer que uno es inmune a las sectas, cuando en realidad cada uno de nosotros es manipulable.
10- Creer que la vía represiva es suficiente para minimizar la influencia de las sectas, cuando en realidad el combate comienza sobre todo por la prevención, la información, la formación y la educación.
Fuente de información: www.redune.org
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